Un hombre particularmente avaro, orgulloso de la prudencia que ha tenido toda la vida, se encuentra en su lecho de muerte, rodeado de toda su familia.
-Esposa mía, ¿dónde estás? -pregunta.
-Aquí estoy -contesta ella, tomándole la mano.
-Hijo mío, ¿dónde estás? –vuelve a preguntar.
-Aquí estoy también, junto a ti, papá.
-Hija mía, ¿y tú dónde estás?
-Aquí estoy, papá, sentada a tu lado.
-Bueno –dice el hombre-, si todos están aquí, ¿Por qué esta prendida la luz de la cocina?
Leído en Revista Selecciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario